Lupercalia y la nostalgía.

 Antes que nada, esta entrada tiene cero que ver con la Lupercalia a excepción de que hoy es 14 de febrero. Hay un montón de cosas que han pasado en los últimos meses a las que desafortunadamente no les di cabida aquí en el blog, pero, he preferido escribir cuando la inspiración se asome, justo como hoy.

Para quienes no saben o no sabían...o simplemente no les interesa hace casi 4 años que no producía, hacía o dirigía algo de teatro. Y cuando me refiero a no producir, para mí significa que no estaba dentro de mis parámetros de artista. (Sí, tengo parámetros y no, no  he podido deshacerme de ello) aunque tenga una clase de actuación en una secundaria y aunque haya tenido un fallido intento de beca, para mí no entraban en esa clasificación de "Estoy haciendo arte".

Estos episodios de apatía e inconformidad se iban agraviando conforme navegaba en redes sociales, al punto que decidí dejar de seguir a la mayoría de colegas y profesionales de mi área con el afán de no sentirme abrumada porque ellos estaban en su período azul y yo era una papa sin talento tirada viendo netflix todo el día. Pero, la historia cambia cuando a principios de este año recibí una llamada donde me invitaban a participar en un pequeño festival local con una puesta en escena mía. Por instinto y, francamente dinero, accedí.

Al principio me sentí super renuente: organizar ensayos, asistir, re-dirigir, gestionar, etc, etc comenzó a crearse un tsunami de ideas hasta que dije: ¡BASTA, SILENCIO BRUUUUNOOOOO!. Comencé a hacer las cosas porque debía hacerlas recordando lo que mi psicóloga me dijo alguna vez: Que la disciplina esté ahí cuando la motivación se vaya. Y aquí sigo, luchando contra mis pensamientos intrusivos que me gritan que no puedo, que no soy suficiente que hay otros haciendo cosas más chidas. Y lo bueno: es que cada vez se escuchan más lejos o por lo menos, ya me vale madres. 

Lo que quiero decir finalmente en esta pequeña entrada es que: no importa cuanto lo niegues, cuanto te recluyan o cuanto tiempo dures fuera del "gremio": sigues y seguirás siendo un artista. Eso es inherente a ti, no es algo que se pueda borrar de la noche a la mañana o un título que te acredite (aunque haya facultades o escuelas, nel). Ser artista es un reconocimiento de quién eres y cuál es tu herramienta para surfear en las olas de este mundo. 

Y sí, si, tal vez dentro de un mes me esté llevando la chingada y vuelva da decir "yi ni siy artisti" o "ni quiri sibir nidi dil tiatri" es parte de los altibajos que todos vivimos, porque si no existiera duda o tuviéramos aunque sea un poco de miedo, esto no valdría la pena.






Con cariño, Andie. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

No más "Nankurunaisa"

Llegamos hasta aquí pero seguiremos caminando

Terapia